ARDE LA VIDA

Habíamos reconocido nuestros patrones, por primera vez nos vimos con ellos y entendimos por qué los construimos. Nos hicimos la invitación de fluir en el viento improvisando al unirnos a la mente de un otro, dejamos que fluya el agua de la emoción llorando, dándonos encuentro. Con Lourdes, con el grupo, con nosotros y con aquellos que fuimos. 

Para que la verdadera transformación fuera posible accedimos a una propuesta más. Ya habíamos visto esa manera de actuar, que si bien hasta ahora había tenido la intención de resguardarnos, hoy estamos viendo que ya no la necesitamos más. Cada uno escribió en un papel todo lo que habíamos reconocido en el día y decidimos que ya queríamos soltar 


Para que la verdadera transformación fuera posible accedimos a una propuesta más. Ya habíamos visto esa manera de actuar, que si bien hasta ahora había tenido la intención de resguardarnos, hoy estamos viendo que ya no la necesitamos más. Cada uno escribió en un papel todo lo que habíamos reconocido en el día y decidimos que ya queríamos soltar 

Sentí como un hilo mágico conectaba de alguna forma todo lo que me había ocurrido los últimos años de mi vida y entendí cómo eso era un espejo de mis primeros años de vida. Le agradecí a esa Sofi pequeña por haber sido tan valiente y le mandé toda la protección que le faltó. Con una luz blanca le mandé la información para que habite su infancia con amor.  

Rodeados de naturaleza, sostenidos por el silencio que contiene su sonido lo rodeamos. Y ahí estaba él, el último elemento: EL FUEGO. Listo para que le entreguemos todo lo que habíamos visto que queríamos soltar. Recordándonos que sólo podemos transformar eso que vemos y que decidimos que ya no queremos cargar. 

En cada ardor vimos desaparecer todas las promesas que como niños nos hicimos. Fue un volver a nosotros, a la vida. 

Activamos nuestro fuego al conectar con nuestra capacidad de transformar en nosotros todo lo que sentimos que nos limita, todo lo que algún día nos contó quiénes éramos y ya no queremos más. 

Y en esa metáfora hermosa en la que se convierte la vida, pudimos ver como el fuego se sostenía y crecía a medida que le entregamos algo. Un dar y recibir, en donde ese fuego que hace desaparecer también nos devuelve la voluntad de actuar en el mundo. 

Activamos nuestro fuego que nos conecta con los deseos más profundos que queremos alcanzar. 

 

Ardor que nos mueve, nos une, nos encuentra. Ardor que empodera.

Un mirar amoroso y compasivo, que nos libera. 

Ahora sí, hemos trascendido. 

ARDE LA VIDA. 

Lic. Sofía Levi

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Scroll al inicio